viernes, 3 de agosto de 2012

Reformar y no morir en el intento.

Esta entrada del blog pretende ser una visión muy personal de la situción que está viviendo mi país en estos momentos, cuando me refiero a él, me estoy refiriendo a España, sin particularizar o concretar ninguna parte de él. Lo primero que me viene a la cabeza es la profunda sensación de derrota e incapacidad que se respira en el ambiente. No hay ni un sólo atisbo de ilusión por lo que se hace, ni mucho menos por el futuro que nos espera. Cuando uno piensa qué futuro tiene por delante, y aún peor, el que tendrán sus hijos, se le ponen los pelos de punta y sólo se atreve a rezar para que las cosas no empeoren todavía más. Me pregunto, cómo hemos llegado a esta situación, cómo no nos hemos dado cuenta de que las cosas iban empeorando cada vez más y que lo que hacíamos no era ni lo adecuado ni lo pertinente al momento en que estábamos viviendo. Realmente veo a mi alrededor personas que han perdido cualquier tipo de ilusión, que con un cabreo interno enorme, culpan a los que tomaron las grandes decisiones de todo lo que les está pasando. Para empezar a tomar conciencia del por qué nos está pasando esta maldición bíblica a nosotros, hay que remontarse a los momentos en que esta maldición era sólo eso, algo que estaba escrito en la Biblia y que pasó hace tiempo a unos señores que hicieron una pifia contra el Todopoderoso. En esos momentos de euforia, cuando se ganaba dinero fácilmente, ya que abundaba el trabajo poco cualificado, bién pagado y a destajo, cualquiera tenía la posibilidad de ir a un banco y pedir un crédito para lo que le viniese en gana: Un coche, una casa, ir a Punta Cana, ... vd. pida y ya lo pagará en cómodas cuotas. Además, toda esta actividad supuso un chorro interminable de dinero a las Administraciones vía impuestos, de tal manera que también veían que se podían endeudar para construir todo los "necesario" para que sus ciudadanos, esos que les votaban, se sintieran bién tratados por sus autoridades. Cuando alguien ponía alguna "pega" a tanto endeudamiento, se le cerraba la boca, llamándole agorero, antipatriota, tonto, .... Unos, los menos, se forraron abundantemente a base de especular con el precio de materiales (vivienda y suelo), o de concesiones (urbanismo), otros, los menos, se conformaron con cimentar legalmente derechos a percibir materilmente o monetariamente sobre todo lo que se les ocurría: despido, asistencia sanitaria, social, educación, ect... Los políticos iniciaron una espiral incontrolable de gasto y contratacion de todo lo que se les ocurría, pues el dinero manaba a espuertas, comprometiendo a un futuro muy lejano el nivel de gasto. Todo parecía ir viento en popa, unos con sus pastones, otros con sus migajas, algunos con sus nepotismos y corruptelas,...Hasta que de repente, todo se fué a la mierda. Dicen que fué porque se prestó a quien no se debía, más de lo que se debía, que cuando se le dijo que lo devolviera, no pudo. Que al vender sus propiedades, el mercado se hundió, y lo que antes valia mucho, ahora no valía nada, con lo cual para nada valía seguir construyendo algo invendible, con lo cual, para qué hacían falta tantos obreros ganando un pastón trabajando a destajo. El caso es que debido a que unos dependen de otros, todo el castillo de naipes se derrumbó, y hasta el gato pagó las consecuencias de la debacle. Pero tranquis, el entramado legal que se creó para proteger toda esta euforia de crecimiento, dejó atado y bien atado el mantenimiento de estructuras sociales e indemnizaciones diversas, las cuales se empezaron a aplicar para que el Estado del Bienestar no se viera afectado. Con la esperanza de que esto fuera pasajero, se mantuvieron prebendas, protecciones sociales, planes de protección y ayuda,... por parte del Estado, pero claro, ya no entraba dinero a chorro en las arcas de este, sólo se sacaba, y cada vez el fondo se veía más cerca. En esta tesitura se decidió acertadamente que la solución a esto era endeudarse aún más, porque esto es algo coyuntural y el paso del iempo lo arreglaría sólo. Perdimos bastantes años pensando así, endeudándonos hasta las trancas sin hacer si quiera un mísero cálculo de hasta donde nos estábamos apalancando y a qué nivel. Nuestros inteligentes prestamistas, se empezaron a dar cuenta de que el dinero no fluía como antes y que cada vez, el principal y los intereses se multiplicaban exponencialmente, creciendo de manera imparable. Su única solución fué asegurarse un nivel de ganancias superior al que hasta ahora habían tenido, pues su temor era que el riesgo de impago se hiciera real. Nuestros políticos, pensando como siempre en la coyunturalidad de la situación, decidieron que una nueva imagen de los gestores del país haría que los prestamistas reconsideraran su actitud y pidieran menos intereses por los préstamos. Así que cambiamos al inútil de nuestro Presidente, por un tío capaz y responsable, serio y preparado. Craso error, las cuentas son las cuentas, y la economía es la economía, y ni con el tonto, ni con el listo, la economía produce un pimiento, no hay trabajo y no hay ingresos del estado vía impuestos. La realidad es que con buenas palabras los prestamistas no se conformaban, ni con promesas de vuelta a los buenos tiempos en un par de pestañeos. Es más los prestamistas se atrevieron a insinuar que la culpa de que la economía española se hubiera estancado era causa de su propia incapacidad de producir adecuadamente, de tener unas estructuras políticas extrañamente incongruentes llamadas autonomías, de una tendencia suicida a endeudarse más allá de lo razonable, de tener unos niveles de protección social excesivamente altos, de hacer grandes dispendios en infraestructuras de dudosa utilidad,... total que empezaron a lamentarse de haber prestado dinero a gente tan manirrota como nosotros. Ahora, a buenas horas, se dieron cuenta de su cagada monumental. cagada en la que estaban atrapados hasta las trancas y de la cual sólo podrían salir si se les devolvía el principal y sus apetitosos intereses. Pero claro, esperar a que el país se levante y empiece a producir, pagar impuestos y devolver deuda es un período de tiempo muy largo,y mientras tando hay que prestar al menos dinero para los gastos corrientes, que son muchos. Total, que hacen los cálculos y deciden que la mejor manera es que España entre en colapso, y eso suponga un rescate masivo por parte de los que tienen la pasta, el BCE, que raudo y veloz va a salir a ayudar a los prestamistas a cobrar, y cargarle su deuda a los Estados ricos de la UE. El problema es que los tozudos españoles no quieren caer, los Estados ricos no quieren ver caer sus bancos por falta de pago de España, pero a la vez es complicado explicar a sus ciudadanos que le van a llenar los bolsillos a unos usureros, sus propios bancos. Metidos en esta espiral, nuestro Gobierno ha tomado la política de los "gestos", cual animalico de un documental de "La 2", con la esperanza de que pequeñas reformas de un calado ínfimo en la inmensa maraña de entramados legales que resguardan la madeja política de este país, calme a los prestamistas. A la vez, dichas reformas deben ser hechas con la precisión necesaria para no liquidar el entramado político que vincula sin posibilidad de ruptura, a los políticos con la existencia misma de este país. Pero claro, a estos prestamistas ya no les engañan, tienen claro lo que quieren, su pasta, y saben que la única forma de conseguirla es tumbar a España. Muchos se preguntan, qué es lo que se puede hacer en estas circunstacias, seguir dando capotazos y mimica, o seguir reformando. En mi humilde opinión, realmente esta crisis es una Oportunidad De Oro, para reformar este país de una puñetera vez, sin tener la rémora de la posibilidad de no ser elegidos en las próximas Elecciones Generales. Para ello lo primero es nombrar un Gobierno de tecnócratas capacitados para hacer las reformas necesarias, con un plazo de 10 años para realizarlo, en los cuales, si bién pueden realizarse Elecciones Generales, dicho Gobierno será inamovible, mientras cumpla los objetivos de reforma previstos y se observen los resultados deseados, que no son otros que la recuperación del empleo, y el desarrollo económico y la reducción continuada de la deuda. Para ello, se debe empezar por desmontar el entramado legal que convierte a este país en ingobernable en base a la exitencia de CCAA que se comportan como miniEstados. Tras ello se debe reformar la estructura de protección social para que se base en la solidaridad común de TODOS, no sólo de los que trabajan, equiparando derechos sociales para TODOS, no sólo para los asalariados con representación sindical, los que reciben asistencia social o están jubilados. Se deben reformar las estructuras de gobierno local y provincial para que se subroguen a normativas de control estricto en materia de gasto y contratación. Se debe funcionarizar los sistemas de control de las remuneraciones políticas, desvinculando a estos de las decisiones de gasto que les implican personalmente. Hay que reformar el sistema de protección sanitaria para convertirlo en un sistema de niveles de asistencia basados en la eficiencia, no en la eficacia a cualquier precio. Hay que reformar el sistema de pensiones para que sea un 50% solidario y un 50% fondo propio del trabajador. Los programas de protección social basados en la solidaridad deben primar ante todo a los que solidariamente han contribuído a su existencia. Los programas de protección al desempleo deben desvincularse de su consideración de "derecho" y pasar a ser considerados un procedimiento reglado para la adecuación a la obtención de un puesto de trabajo con la mayor celeridad posible. La vinculación de las actividades políticas a la consecución de objetivos es algo que debe considerarse de obligatorio cumplimiento, el realizar promesas electorales y luego gestionar los recursos según les da la gana debe acabarse, una gestión clara por objetivos es la única que debe permitirse, y no será admisible desviaciones espúreas e injustificables que desvirtúen el objetivo a conseguir. Dichas malas prácticas, de no ser corregidas, serán constitutivas de delito y merecerán enjuiciamiento y castigo ejemplar. En mi humilde opinión, repito, es lo que se debería hacer, desde ya.